Fin de curso de película.


Ayer, como cada final de junio, se dio por termimado el curso escolar. Fue una mañana llena de emociones, donde las sonrisas y lagrimas se repartieron a partes iguales. Entre canciones y bailes (entre los que sonó este temazo "Break the chain", cumpliendo un reto personal), tocó despedir a los/as alumnos/as de sexto, invocando palabras que llamaban a la ¡suerte! y al ¡sé tú mismo!, como ingredientes fundamentales para salir airoso/a en esta jungla vital que es la vida.

Ayer, como todos los días, las calles se llenaron de miles de personas invisibles al seguir la moda, la honda y la movida madrileña hasta convertir la abotonadura de la camisa abrochada hasta el gaznate en el uniforme de la norma.

Ayer, como broche final de la semana, me mezclé entre el gentío y fui al cine para ver la película española "Requisisitos para ser una persona normal", haciendo uso de mi bono de papá canguro (o "papisitter"). Y sin grandes pretensiones ni efectos especiales (eso sí, publicidad de Ikea a saco) volví a creer en la importancia de ser valientes para defender por encima de todo (y de todos/a) la diferencia y la individualidad. Porque indudable y afortundamente ¡no hay nadie como tú (ni cómo yo)!







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